“Baixem al carrer” y “Acompanyament a la Gent Gran” ayudan a mejorar la calidad de vida de muchas personas que no pueden salir a la calle

Las barreras arquitectónicas que tienen muchas viviendas impiden que las persones puedan desarrollar sus vidas con normalidad. Una acción que puede parecer tan simple como bajar a la calle no está al alcance de todo el mundo. De esta manera, estas personas ven anulada su autonomía personal y dependen siempre de otra persona para hacer las actividades del día a día

La accesibilidad de las ciudades es un factor que afecta el día a día de muchas personas e incluso llega a condicionar sus vidas. Así, unas 100.000 personas con movilidad reducida en España no salen nunca de casa por la falta de accesibilidad de su vivienda o por la falta de ayudas. Estas son las conclusiones que se extraen del informe “Movilidad reducida y accesibilidad en el edificio” elaborado por la Fundación Mutua de Propietarios i COCEMFE (Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica).

En este sentido, COCEMFE puso en marcha una campaña llamada “Arrestópolis” para denunciar la falta de accesibilidad de los edificios y viviendas en España que provoca que muchas personas con discapacidad tengan que estar encerradas en sus casas. La campaña denuncia que solo un 0,6% de los edificios de viviendas en España cumplen con la Ley de Accesibilidad, aunque la data límite para que todos los edificios cumplieran las condiciones básicas de accesibilidad era el 4 de diciembre de 2017. Con esta campaña, COCEMFE pretende sensibilizar a la ciudadanía y a todas las partes implicadas para conseguir que nadie tenga que vivir en estas condiciones.

Solo un 0,6% de los edificios de viviendas en España cumplen con la Ley de Accesibilidad

Barcelona es una ciudad muy antigua y, en consecuencia, algunos de sus barrios tienen edificios muy antiguos y muchos de ellos no tienen ascensor. Uno de estos barrios es el Poble-sec. En concreto, un 63,6% de las viviendas de este barrio están construidas antes del 1960. A esto se le suma que en el Poble-sec hay un 29,4% de personas con 65 años o más que viven solas. En este contexto nacieron los programas “Baixem al carrer” (Bajamos a la calle) y “Acompanyament a la Gent Gran” (Acompañamiento a la gente mayor), impulsados por la Coordinadora d’Entitats del Poble-sec (Coordinadora de Entidades del Poble-sec).

Sobre la accesibilidad de las viviendas y de las ciudades hablaremos en el primer Congreso sobre el derecho a la autonomía personal que se celebrará en Barcelona los próximos 21 y 22 de octubre.

Baixem al carrer

Baixem al carrer (Bajamos a la calle) nació el año 2009 al detectar un número muy elevado de casos de personas mayores que por problemas de movilidad o barreras arquitectónicas se encontraban atrapadas en casa. “Baixem al carrer tiene dos actividades principales: una es la silla baja escaleras, que es una silla eléctrica que nos ayuda a bajar a las personas que viven en fincas sin ascensor y que no tienen suficiente movilidad para bajar escaleras; la otra actividad es la que organizamos todos los viernes, diferentes salidas culturales y de ocio con el objetivo de hacer grupo, hacer red social”, explica Laura, trabajadora de estos dos programas.

Otras actividades destacadas son las Trobades de Cosidores (Encuentros de Cosedoras) y las sesiones de En Forma Sobre Rodes (En Forma Sobre Ruedas). Las Trobades de Cosidores es una actividad que se hace cada 15 días para mantener las habilidades psicomotrices y cognitivas y favorecer la creación de vínculos entre las personas que participan. Por otro lado, gracias a las sesiones de En Forma Sobre Rodes, los usuarios/as, además de trabajar el cuerpo, trabajan las emociones y la comunicación a través de la danza y el movimiento.

Este programa está destinado a personas con movilidad reducida de todo tipo, no exclusivamente a gente mayor.

Baixem al carrer nació al detectar un número muy elevado de casos de personas mayores que se encontraban atrapadas en casa

Acompanyament a la Gent Gran

Acompanyament a la Gent Gran (Acompañamiento a la gente mayor) funciona un poco diferente que el Baixem al carrer. Tenemos voluntarios y voluntarias que acompañan a las personas mayores a hacer las actividades que necesiten: dar un paseo, ir a tomar un café, a la peluquería, al médico… Normalmente son personas autónomas o que necesitan alguien para ayudarles a caminar por la calle pero que pueden caminar”, explica Laura. Aun así, los dos proyectos realizan actividades de forma conjunta, como por ejemplo las Trobades de Cosidores (Encuentros de Cosedoras).

El principal hándicap de este tipo de proyectos es, una vez más, la financiación. “Es muy frustrante. Nosotros podemos atender pocas personas en comparación a las necesidades que hay. Hay mucha gente en lista de espera porque no llegamos a todo el mundo. Es un poco la dinámica de este sector, las personas con discapacidad, las migradas, con trastornos mentales, gente mayor… son colectivos desprotegidos y sin voz. Los recursos se destinan a otras cosas que se consideran más prioritarias”, relata Laura.

Proyectos como “Baixem al carrer” o “Acompanyament a la Gent Gran” son posibles gracias a la acción de muchos voluntarios y voluntarias. (Monográfico “Voluntariado y discapacidad”, del Observatori de la Discapacitat Física)

Es muy frustrante, hay muchas personas en lista de espera porque no llegamos a todo el mundo. Los recursos se destinan a otras cosas 

Voluntariado inclusivo

En Cataluña hay alrededor de 510.000 personas que realizan algún tipo de voluntariado, según el último informe de Asociacionismo y el Voluntariado de Cataluña del Departamento de Trabajo, Asuntos Sociales y Familias. “Nosotros trabajamos un tipo de voluntariado que llamamos inclusivo, con personas muy variadas. Personas con situaciones o patologías delicadas, personas mayores, jóvenes, personas migradas… Fomentamos las actividades intergeneracionales y multiculturales, creemos que es muy enriquecedor”, comenta Laura.

A través del contacto diario entre las personas voluntarias y los usuarios/as se crean unos vínculos muy fuertes. “La semana pasada una señora cumplió 101 años y su familia le pidió a la auxiliar que le ayuda a bajar a la calle si la podía bajar otro día para celebrar su cumpleaños. La auxiliar evidentemente lo hizo, aunque no le tocaba, y se fueron a comer todos juntos. Esta señora dice que salir a la calle le ha hecho desear seguir viviendo. Estaba muy apagada porque no podría salir de casa y esto le ha dado la vida”, expresa Laura emocionada. “Tener alguien que, voluntariamente, tenga ganas de verte o que te llame la noche antes de irse a dormir, te da otro sitio en el mundo”, añade.

Inscríbete al primer Congreso sobre el derecho a la autonomía personal. Discapacidad física y orgánica, envejecimiento y cronicidad.